Mi YO

 

 

 


A través de mi espejo. Interior donde habita mi Yo.
Tu Yo a través de Mí.
En el interior que habita mi cuerpo, me siento YO.

 

Miedos y vacíos.
Mi cuerpo.
Espejos de mi YO.
La soledad ante mis ojos, el tiempo que parece que no pasa,  pero si que deja huella, reconocer mi cuerpo tal cual es, con las marcas y las cicatrices que te deja a veces la vida, los médicos y las arrugas de mi transito por ella, que hace que sea único e imperfecto. Precioso y preciado por mi YO mas intimo sin ser demasiado consciente de ello.

 

 


Abismos, caídas y recaídas ante el, puestas en marcha de mi YO a diario. Locas al aire que corren y se integran en la nada, una NADA a la cual pertenezco, una NADA de la que vengo y a la que algún día de estos, me iré.

Siempre buscando un recoveco que cobije mi cuerpo, donde me sienta segura. Un espacio de paz y sosiego.

Habitáculos de silencio y reposo del alma. Un umbral donde adentrarme, desaparecer y ser NADA.

Miedo a esa NADA a la que pertenezco, miedo a no saber quien soy, a no ser, o a ser como no quiero. Asomarme y enfrentarme ante el espejo de mi YO y reconocerme,

¿es acaso una metáfora o un juego de palabras?,

¿El espejo soy YO? o

¿Mi YO, se refleja ante el espejo para que pueda reconocerme en el como YO?

esto es, para que pueda ver ese interior que solo se ve cuando miras hacia el centro de lo más adentro de ti mismo. Si, este es el espejo que mi  YO quiere ver, ese que duda, que tiene miedos, que se cae y se levanta que se encoje y se estira ante la vida, que se emociona y que sufre y disfruta del placer de vivir y ser vivido.

Recogimiento ante el silencio y la soledad consentida de mi YO. Intimidad.

Cuerpos redondos, posturas fetales, mis manos…. importante parte de mi cuerpo que sobresalen siempre, que gesticulan y enfatizan a su aire  sin que apenas me de cuenta de que existen. Me siento como un ovillo de lana enredado en mi YO mas autentico y profundo y no puedo, ni quiero  escapar de el.

Contradicción. Me siento llena de vacíos y ausencias…. Incomunicación.

Mi propio cuerpo, mi encierro más profundo, la verdadera cárcel de mis miedos y angustias soy mi YO misma. Inseguridad.
                                                                                                      


Enfrentarme a ello delante de mi espejo y  me pregunto

¿Cómo?

no se la respuesta. Pero cada día me levanto y no pienso, actúo ante la vida que me toca ese día, como cualquier otro día cualquiera y no me veo y sigo y sigo hasta que no puedo más.

Explotar como una bomba de relojería. Necesito un paron o un empujón que me impulse a continuar mirándome ante el espejo, mi espejo y mi YO todo en uno,  para acariciar lo que me brinda amablemente la vida a diario.

  M. Vega 2012